lunes, 9 de marzo de 2009

Espera. ¿Por qué no?


Yo siento. Siento muchas cosas. Tengo un “popurrí” de ideas en mi cabeza y me agotan. ¿A ti no?

Tengo decisiones que tomar, y me cuestan, porque es fácil conformarse a una situación, y sobre todo a situaciones que antes, en la ignorancia, me daban igual si salían bien o no. Por eso es difícil saber cuál es la idónea…y es que sólo Él lo sabe. Decido involucrarme, o no hacerlo. Decido decidirme, o esperar. Todo en esta vida lleva una decisión.

1 Pedro 1:13 “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia”.

Pero, ¿sabes por qué me agota? Porque me paro a escuchar mis ideas y no las suyas. Porque según como me encuentre y en mis debilidades, puede que esté dejando pasar otras ideas que no vienen de Él, y vienen de “otro capataz”.

Vienen de un perdedor, pero astuto a la vez…aunque no más que nosotros en El. Alguien que desea que mis caminos sean estrechos, angustiosos y llenos de intersecciones con direcciones que no me llevan a ningún lado bueno y grato.

Me despisto con mis tonterías. Me detengo para pasar tiempo en decidir lo que yo quiero hacer, y no me detengo para pasar tiempo en indagar qué es lo que El me está gritando qué hacer. Lo conveniente y sabio, y no lo que me aleja y me agota de nuevo.

El siempre habla, pero yo no siempre le escucho…y puede que si le oiga.

Y es que ahora, la vida que vivo desde hace 5 años, es otra. Es otra porque hay una razón por la cual tengo que decidirme, y una razón por la cual tengo que obedecer… ¿la sabes?

Pero yo me equivoco una y otra vez y cambio mis objetivos, construyendo “mis decisiones” con mis propias fuerzas…pero se cae. Soy impaciente, y es un gran problema. Así, no hay visión.

Santiago 5 : 7 -20. Sed pacientes y orar

Hoy, aprendo a esperar. Busco la paz, porque en lo que no tengo paz no estoy a gusto (Sal 34:14). Y me encanta saber que lo hago yo, y decido yo, porque quiero hacerlo. Porque quiero ver, y sé que veré. Y veo.

Para ello, El ha permitido circunstancias que duelen, pero gracias a Dios por ellas. Porque ahora sé, que si queremos trabajar para y en el Reino de Dios, debemos de andar orientados a unos objetivos que son los que van a determinar qué es lo que queremos sacar de todo esto.

Para mí, “todo esto”, es la vida aquí. La gente que nos rodea, que le aman y que no; tus amigos; tus conocidos; tu familia, que te acepta o no; tus estudios, que te gustan, que te decides o no; tu trabajo y tus compañeros; la iglesia…

¿Por qué correr? ¿Tienes prisa? Si corres, puede que avances en distancia, pero Dios nunca te va a entregar nada para lo que no estés preparado, y si lo haces…tendrá repercusiones. Se sabio. Siembra para el Reino. Si no le conoces, no sabes qué hacer y serás uno más.

Durante la espera, en las pequeñas cosas, es ahí donde se aprenden las instrucciones de todo lo que queda por andar. A veces, parece que desaparecen todos tus sueños y visiones a la vez…pero es ahí cuando tienes que orientar de nuevo todo a la única raíz. Cristo. Y todo tendrá sentido.

Disfruta de hoy. Escúchale hoy para el mañana. Aprende y enseña.

¿Por qué no?

¿Por qué no compartimos más y enseñamos a los demás? ¿Crees que no tienes nada que dar?

¿Por qué no dar lo que nos cuesta más hacer? ¿Por qué no servir a quien menos nos apetece?

Queremos adquirir cosas, pero ¿Cual es el tiempo? El tiempo es El. Espera.

¿Qué quieres aplicar en tu vida? ¿Dónde? ¿Cómo lo vas a hacer? ¿Con qué disfrutas más? ¿Qué es lo que te cuesta más?

Mastica su Palabra
y te hará entender (Salmo 32:8). Merece la pena porque ¡hay victoria!

Y espera. ¿Por qué no?

3 comentarios:

lau dijo...

Yo deSDE ACÁ te digo, gracias OlGA...

Olguita dijo...

muakis!

LaLO dijo...

...Ps yo desde acá tamb te digo: Gracias por el post Olga!!... (un poco tarde je)